Por: Ana Luisa Mora
En Skype, Elena es un koala (al menos su foto lo es). No nos podemos ver por problemas de conexión, entonces nos resignamos a una llamada telefónica. Lo primero que me cuenta es que dejó de hacer motion graphics. Admite que es algo que le dejaba dinero, inclusive vivía de eso, pero ahora está buscando la manera de sobrevivir haciendo lo que realmente le gusta. Es una exploración que no es nueva. Su trayectoria como ilustradora y animadora es larga, exitosa. Desde sus inicios, haciendo libros encuadernados a mano, los cuáles son parte de colecciones en instituciones como el Museo de Arte Moderno de San Francisco y la Universidad de Stanford, entre otras. Hasta su participación en bienales centroamericanas y exhibiciones en el Harvard Square y la galería AIR de Brooklyn.
Su búsqueda técnica y narrativa se observa claramente en su obra, pero ella es perfeccionista: dice que siente la presión del tiempo -su paso implacable- me confiesa, le causa cierta ansiedad.
De todos modos, es claro que este es un momento emocionante para ella y que el paso del tiempo juega a su favor: después de un año sabático en Costa Rica, y una temporada en Los Ángeles, está lista para volver a Nueva York y retomar sus proyectos. Ahora quiere acercarse más a la comunidad, a la producción autosuficiente, y la cultura no prefabricada. Al escucharla hablar reconozco en ella muchas de las fascinaciones e inquietudes que había entrevisto en su trabajo: la (in)comunicación, los comportamientos humanos, la cotidianidad.
Sobre todo esto último se hace evidente cuando habla de los eventos importantes de su vida, que califica de una especie de coincidencia.
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Su trabajo es un tumulto, motín, bochinche que representa la realidad sin la intención de ser hiperrealista, es una realidad… ▷
Nacida en 1964 y con más de veinte años de experiencia en el campo del arte contemporáneo y trece como… ▷
Gira tu teléfono a posición vertical.