Por: Arnoldo Gálvez Suárez. Fotografía por: Andrés Vargas
Eduardo Halfon coloca, con cuidado y precisión, un nuevo ladrillo en ese edificio narrativo que viene construyendo desde la publicación de El boxeador polaco (Pre–textos, 2008). En aquel libro no sólo apareció, completa por primera vez, la historia de su abuelo sobreviviente de Auschwitz, esa misma historia que más tarde habría de convertirse en un asunto recurrente en sus relatos, en un punto de fuga, en un asidero referencial, sino además emerge, delineada con rigor su silueta a contraluz, ese narrador de voz reflexiva, doble de Halfon, que se mueve con agilidad en países, en entornos, en realidades diversas.
Camina sobre fuego el narrador inventado por Halfon y al que le ha prestado el nombre. Arrastra los pies sobre las brasas. Es evidente que se está quemando y sin embargo parece distante, no indolente sino eso: distante, reflexivo, parsimonioso. Casi ajeno. Casi turista.
«De hecho formamos parte de la realidad y, si no somos conscientes de ello, somos completamente irresponsables», Ai Weiwei Conversaciones con… ▷
Una imagen deconstruida. La coherencia que conocemos es una forma de reorganizar los elementos y entenderlos como una narrativa. Emanuel… ▷
Eduardo Halfon coloca, con cuidado y precisión, un nuevo ladrillo en ese edificio narrativo que viene construyendo desde la publicación de… ▷
[Abro con una nota bene: yo nunca he ido a Venecia, ni como turista ni como artista; ni como artista… ▷
Gira tu teléfono a posición vertical.